RELATOS DE TERROR
FUEGO, PUNTO DE LUZ y 3:33 son tres relato de terror cortos, de un máximo de mil caracteres (con espacios) presentado a un concurso en 2022.
Para estos relatos, debía enfocarme en que debían ser cortos, concisos, hablar de género terror y presentarlos mediante formulario.
¿Cuál de los tres os gusta más?
Relatos de terror: FUEGO
¡Fuego! ¡Mi salón está en llamas!
No hay tiempo que perder. Tengo que salvar a mi familia, subir al piso superior. La destrucción se abre paso por la alfombra, cortinas, librería, todo prende rápidamente.
¡Grito!
Maika, mi esposa, entra en pánico. Pero reacciona.
Corro primero a por Álex, mi hijo mayor. Con sus catorce años ya debería poder ayudar a su hermano, que tiene ocho. Pero el pequeño Quique ya está a salvo en brazos de su madre.
Corremos buscando la salida a la calle. Quique me hace frenar mientras la escena le paraliza. Intento empujarle, sin éxito. Lo vuelvo a intentar. Algo va mal, tremendamente mal. Mi mano atraviesa su cuerpo sin establecer contacto.
¿Qué me pasa?
Álex grita y llora.
¿Ha dicho papá?
Muriel, mi vecina, los saca de la casa alejándolos de mí.
¡Soy yo!
En el suelo, a tres metros de mí, mi cuerpo yace sin vida. La sangre brota por tres orificios de mi pecho.
¿Me han asesinado?
¿Estoy muerto?
Relatos de terror: PUNTO DE LUZ
No hay salida.
Pienso rápidamente la forma de huir, pero no la hay. No hay escapatoria posible y todos moriremos aquí.
Nunca debimos entrar en esta zona de la pirámide. No sin haber traducido los jeroglíficos de la entrada. Mis prisas nos condenarán a mí y a mis nueve hombres.
Ese punto de luz. Parece una luciérnaga, pero no lo es. Es una maldición. Vuela alrededor nuestro. Huele nuestro miedo. Disfruta eligiendo quien será el siguiente.
Se vuelve a apagar.
Temblamos.
Tom intenta gritar, pero no le sale el aliento.
Su cuerpo se desintegra en segundos ante nosotros, convirtiéndose en polvo, mientras ese punto de luz emerge de su interior.
Vuelve a pasearse.
Ya solo quedamos cuatro. Es el fin, y somos conscientes.
Vuelve a apagarse.
Espalda con espalda, dejo de sentir a Fred.
Casi me caigo encima de sus restos.
Quedamos tres.
Grito, maldigo, me desespero.
Se apaga de nuevo mientras desaparecen mis nervios.
Ya no siento ni dolor ni malestar.
Simplemente, desaparezco.
Relatos de terror: 3:33
Ningún muerto se alzó de la tumba. No explotó una bomba nuclear, ni hubo pandemia o invasión alienígena. No morimos de hambre o de sed, pero el día del juicio final llegó.
Comenzaron a morir personas mientras dormían.
Todas a la misma hora, las 3:33 de la madrugada, donde la barrera que separa este mundo y el más allá es más fina.
La única forma de sobrevivir era no dormir a esa hora.
Cada vez costaba más tener valor en un mundo que reducía al mínimo su población.
Mi hermana y yo cumplimos 18. Dejaremos de estar a salvo. Ningún niño muere así, pero con la mayoría de edad todo cambia.
Si el profeta borracho de la tele acierta, Yaiza y yo, somos la esperanza.
Nos acostamos de la mano. Queda poco.
Dormiremos durante la hora maldita, conscientes de que un alma oscura nos arrancará la nuestra y ascenderemos sobre nuestros cuerpos hacia lo desconocido.
Pero si somos los elegidos, seremos capaces de luchar y vencer ese mal.
Con lo que no contaba, es que los nervios me desvelarían a las 3:31.