RELATO - LA NO INVASIÓN

Relato corto presentado a concurso literario en verano de 2021. De temática libre, debía escribir un máximo de seis folios donde opté por mi género favorito, la ciencia ficción.

relatos

LA NO INVASIÓN

Más de la mitad del viaje lo he pasado en este cuerpo. Uno prestado, hecho de tejidos débiles que se rasgan con mucha facilidad. Una piel demasiado fina. Inútil frente a cualquier ataque, fácilmente penetrable en un ataque con elemento punzante. He tenido que aprender a caminar sobre dos piernas. Lo veo una inutilidad. Es difícil mantener el equilibrio y no caerse en un cuerpo tan delgado, con solo dos ojos y esta lengua tan corta.

Deberemos infiltrarnos en el planeta. Conocer las debilidades de los seres humanos desde dentro. Ver cuáles son sus puntos débiles de cara a un ataque en el que buscaremos el menor número de bajas posible. Como hemos hecho siempre.

Dado que este planeta es pequeño, seremos cuatro soldados. Eso me da serias posibilidades de destacar. Ansiaba un reconocimiento público, pequeños honores que cimentarían la base de lo que espero sea mi futuro. No es fácil. Mi padre ha sido uno de los mejores comandantes que jamás se han visto en mi planeta. El más laureado. El más respetado. No ha sido ni el que más planetas ha conquistado ni el que menos, pero sí, el que menos bajas ha tenido que lamentar entre los nuestros. Cuando su ciclo vital finalice, seré uno de los aspirantes al altar de poder. Hasta que no llegue ese momento, he de procurar ganar todos los puntos posibles frente a mi gran rival: mi hermano.

Nos transformamos en humanos juntos, viendo como nuestro cuerpo cambiaba gracias a la ciencia. Observamos los cambios que se producían separados por poca distancia y rodeados de científicos que realizaban una gran labor. Todo era nuevo. Caminar, saltar, hablar, comer. No era sencillo mover lo que ellos llaman brazos y piernas, usar los labios para hablar o para comer. Cambiábamos de un cuerpo fuerte, creado para la guerra a uno endeble y bastante inservible. Una vez llegamos a la órbita terrestre, observo un planeta azul, con poco espacio aprovechable. Venimos de planetas entre cinco y diez veces más grandes. Además, está envejecido. Se nota por el mal estado de la atmósfera. No entiendo cómo no cuidan un planeta de tanta riqueza. Definitivamente, es una especie que no me genera ningún cariño.

Una vez nos deja la nave lanzadera, comienzo mi misión ilusionado y deseoso de salir victorioso. He de estar aquí un giro completo a su estrella más cercana. Creo que ellos lo llaman año. Pensé que me costaría más adaptarme a su gravedad, pero ha sido relativamente fácil.

Sigo el plan indicado y busco hospedaje, algo importante para ellos. Me adapto a sus necesidades. Necesitan dormir y comer muy frecuentemente. Aquí, un giro rotacional lo llaman día y comprende de veinticuatro horas. No me complico demasiado y opto por comer cualquier cosa, sin recordar que los humanos necesitan diversos tipos de nutrientes para no enfermar.

Un año terrestre pasa rápido. No tengo la sensación de haber sido un castigo tan grande como el que creía cuando comencé esta exploración. Ya en la nave, deberemos de dar parte a nuestro progenitor y líder e informarle de nuestros avances. Por ahorrar tiempo, nos pide que sigamos en estos envases de carne y hueso hasta haber finalizado nuestros informes.

—Hawlo, Koldra, Cukra, Rewka, sed nuevamente bienvenidos. Esperaba ansioso vuestro regreso con noticias sobre el planeta azul.

Nos alineamos delante de él, mirándonos de reojo, sintiéndonos disfrazados. Si equiparamos el tiempo que conocen los humanos al nuestro, podemos decir que nos conocemos desde hace más de ochocientos años. Y nunca nos habíamos sentido tan débiles.

—Con su permiso, seré yo quien comience —dijo Hawlo, dando un paso al frente.

—Sí, por favor —contesta mi padre observando con detenimiento—. Tu misión era la de descubrir qué otros elementos sólidos pueden servirnos para nuestro planeta.

—El planeta entero está bastante deteriorado. Lo han maltratado durante siglos, muchos recursos naturales se han visto afectados. Hay poco que aprovechar, siempre y cuando no destruyamos la primera corteza, donde obtendríamos entonces un material candente que nos podría ser útil. Ellos lo llaman lava, y hay pequeñas zonas por donde conecta hacia el exterior.

—Bien, muchas gracias —a pesar de darle las gracias, mi padre parecía desilusionado. Tal vez esperaba un informe más completo—. Koldra, es tu turno, ¿Has averiguado quien es su líder?

—Señor, procedo a comentarle —dijo mientras daba un paso adelante—. Son una especie curiosa, ya que no tienen un líder como tal. Todos y cada uno de ellos tienen la misma forma, tamaño y poder. Están bastante limitados en ese sentido. Sí que es verdad, que los hay mejor entrenados y que algunos seres tienen más fuerza que otros, pero todo dentro de un nivel muy raquítico. En mi tiempo en el planeta, descubrí que usan armas para poder aumentar su capacidad destructiva. Todas basadas en la tecnología, muy lejos del nivel que disponemos. He de confesar que tienen alguna que otra forma de darnos un pequeño susto, aunque nunca llegarían a vencernos. Eso sí, sería a costa de perder muchas bajas en sus filas por lo que dudo lleguen a usarla.

—¿Pero y quién da las órdenes en caso de invasión? —mi padre quería entender con más detalle. Y nosotros también, por supuesto. La costumbre era encontrar siempre a un ser poderoso, un héroe, un líder al cual nadie le puede hacer sombra. Un elegido para un combate de uno contra uno que a menudo nos permitía una invasión con cero bajas en nuestro ejército.

—Están bastante divididos. Hay algunos que creen mandar sobre el resto. No conviven como una gran familia. Es el primer planeta que conoceremos donde no se unen como especie, sino que se diferencian entre ellos, de manera voluntaria, distanciándose incluso a veces por pequeños cambios en la tonalidad de su piel. Son bastante primitivos todavía, pero tienen un carácter acentuado que les impide evolucionar. Pasan gran parte del día autoconvenciéndose de que han aprendido de su pasado, pero siguen sin solucionar absolutamente nada.

—Vaya, pues nuestros informes iniciales estaban erróneos entonces. Bien, gracias Koldra. Cukra, da un paso al frente por favor. Dinos qué sistema usan para multiplicarse—. Era el turno de mi hermano, que dio un paso adelante, siendo consciente de las miradas y confianza depositadas en él. Le notaba descontento por primera vez en mucho tiempo.

—Padre, por desgracia para mí, no puedo detallar prácticamente nada en mi misión. El cuerpo humano es muy débil. Me sentía preparado, controlando esta funda que me prepararon en el laboratorio, pero no fui resolutivo en mi misión. Solo puedo decir, que tardan alrededor de nueve meses en procrear y pasan varios años más hasta que ese nuevo ser es valioso para el combate.

—¿Qué fue lo que te ocurrió? —dudé si preguntaba nuestro padre o nuestro señor mandatario.

—En ese planeta están expuestos a virus y bacterias de los cuales desconocíamos. Son microscópicos, imperceptibles al limitado ojo humano. Se cuelan en el organismo y les provocan reacciones internas que les impiden moverse con facilidad. No habíamos contado con ello y me ha condicionado mucho. Además, sus huesos son frágiles. Creí que me habían descubierto al poco de llegar. Uno de ellos, subido en un vehículo de cuatro ruedas, me atacó y me arrolló. Ellos lo llaman accidente, pero en realidad, aquel terrestre salió levemente mareado mientras que yo tuve que ser atendido por múltiples fracturas. No he estado a la altura en esta misión.

Se hizo el silencio. Todos y cada uno de los nuestros estábamos acostumbrados a que siempre salía victorioso en todas sus misiones. Era la primera vez que había un poco de debilidad.

—No pasa nada hijo. Ya lo hemos hablado muchas veces y lo solemos repetir antes de que comencéis a investigar cualquier planeta. No es sencillo moverse con un cuerpo que no es el nuestro y es habitual que nos veamos superados por no saber cómo responder ante las posibles adversidades. Y jamás consideramos que una misión de reconocimiento es un fracaso. En tu sufrimiento, nos has informado de la debilidad del cuerpo humano, así como a tener en cuenta unos posibles enemigos con los que no contábamos. Cuando terminemos, ve al laboratorio, que analicen si aún portas contigo alguno de esos virus y que analicen si pudieran ser un peligro para nosotros.

—Rewka, hijo mío, da un paso adelante y coméntanos los resultados de tu misión —llegaba mi turno. Estaba nervioso, pero a la vez tranquilo. Creía haber hecho bien mi tarea y estaba deseoso de comenzar a hablar—. ¿Has encontrado alguna fuente de energía que les ayude en su lucha o algún elemento que nos pueda servir para dividir sus fuerzas?

—Padre, mi señor, he conseguido averiguar dos cosas de los humanos. Una, hace que puedan matarse entre ellos, algo que puede ser útil para reducir el número de bajas en combate.

—¿Y qué es? ¿Qué nos has traído? —dijo señalando lo que había robado del planeta.

—Esto se llama tela. He traído suficiente como para poder confeccionar unas mil banderas.

—¿Banderas? ¿Qué son? ¿Qué hacen?

—Es algo curioso, que pese a estar un tiempo infiltrado, aún no he conseguido entenderlo del todo. El caso es que toda esta tela de color blanco, sirve para hacer banderas. Cada una de esas banderas, llevan luego un tipo de color, ya sea franjas verticales, horizontales, puntos o dibujos. Si un humano tiene un trozo de tela pintado de un color y se cruza con alguien que lo tiene pintado de distinta forma, hay veces que produce un aumento de la discordia entre ellos, aumenta el mal humor y en los casos más extremos, provoca violencia.

—Pues no parece muy peligrosa esta tela —mi padre dudaba de mi palabra, aunque comprendía que fuera complejo.

—Le aseguro padre, que el ser humano le da mucha importancia a un trozo de tela de un color determinado, como bien mencionaba antes Koldra, son capaces de verdaderas atrocidades. Provoca mucha disputa, se vuelven violentos o son capaces de dar su vida. Es algo que no habíamos visto hasta ahora. Estamos habituados a civilizaciones donde se unen entre ellos y, sin embargo aquí, se dividen, se separan e incluso se agreden por este elemento que parece tan inservible.

—Bueno, lo estudiaremos. Pero me da que la solución va a ser sencilla. No son una especie que merezca seguir habitando este planeta.

—Con el debido respeto, he encontrado una segunda información que sí podría resultar útil, y que evitaría bajas en ambos bandos.

—Te escucho.

—Nuestras naves necesitan energía. Y ellos, disponen de una cantidad tal, que nos permitiría volver a casa con toda tranquilidad.

—¿Crees que querrán negociar? —se interesó mi padre.

—Seguro que sí. De hecho, su salud se ve perjudicada a su exposición y lo entierran bajo la superficie. Disponen de unos edificios a los que llaman centrales nucleares que les proporcionan energía. Los residuos, basura que entierran para no estar en contacto directo, son de gran utilidad para nosotros. Si les enseñamos a gestionar dichos materiales, nos podrían proporcionar combustible a cambio de hacerlo desaparecer de su planeta.

—Entonces, ¿Planteas ayudarles a cambio de llevarnos combustible a modo negociación?

—Correcto. Creo que es viable. La más absurda de nuestra tecnología está mucha más avanzada que la suya más actual. Con enseñarles a procesar la energía nuclear, nos llevemos sus residuos y les expliquemos como mejorar sus naves espaciales, seguro que hace que nos reciban con agrado.

Mi padre estuvo deliberando durante varias jornadas. La pequeña posibilidad de no perder a nadie en batalla le había gustado. Nunca antes se había hecho algo así en mi pueblo. No solíamos ayudar a nadie, ya que los considerábamos enemigos. Pero algo cambió. La Tierra fue el detonante de una nueva era. Una era en la que terminé coronándome con el tiempo. Terminaron conociéndome como «el negociador».

Convertí las costumbres de mi civilización, pasando de la violencia al diálogo.

Algo que, de momento, no han conseguido hacer los humanos.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies